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Como soy una escritora frustrada que por razones de la vida, he dejado mi pasatiempo favorito atrás, decidí nuevamente embarcarme en la aventura. Aún estoy definiendo mi estilo, quedan advertidos.

Tuesday, February 16, 2010

Capaz de Todo

¿Cómo llegué aquí? Eso mismo me pregunto yo. Sólo recuerdo que al entrar por la puerta de metal brillante me despojaron de mis pertenencias y me dieron una ropa crema, raída y unos tenis que alguna vez fueron blancos.Yo que en mi juventud sólo me compraba las más finas ropas y los zapatos más caros y vistosos que encontraba, las revistas de moda eran mis aliadas. Nunca tuve problemas de dinero, mi familia estaba bien situada en sociedad y luego de educarme en el extranjero tenía un trabajo con el cual no sólo me sostenía pero podía pagarme mis lujos.

Todo comenzó un 17 de junio temprano en la mañana, al bajar de mi apartamento en el Condado, me dirigía como siempre al gimnasio a hacer mi rutina,( una mujer como yo siempre debía lucir bien). Al llegar luego de los saludos de costumbre pues la gran mayoría de los que allí se ejercitaban me conocían, me concentré en mi “workout”. Todo iba de maravilla hasta que la ví, sí a ella, esa mujer que alguna vez se cruzó en mi vida para quitarme lo que más apreciaba. Esa mujer que se metió con lo que me pertenecía, esa mujer que puso en tela de juicio mi integridad moral, mi reputación. Mientras sentía desde mis adentros un calentón de furia que me llegaba hasta las sienes y unos deseos incontrolables de halarla por el pelo, de abofetearla, de hacerla pagar por lo que me hizo. Pero jamás, no podría, ¿qué pensarían los demás de mí? Si de algo estaba segura era de que no me iba a bajar a su nivel.

Ella debía saber que yo vivía cerca, tal vez sabía que allí pasaba mis mañanas, por que se atrevió a semejante cosa, ¿acaso me quería enfurecer? Si así lo había planeado debo decir que le salió bastante bien la jugada, por que gracias a ella se me descontroló el día, yo que nunca doy indicios de estar triste o enfurecida. Decidí irme lo más pronto posible, desapercibida, no fuera que la tipita esa se diera cuenta de que me iría porque ella estaba allí. Pero en eso llega mi entrenador personal, -“¿A dónde te vas tan rápido Nicolle? A penas son las 7 y algo, ni siquiera has calentado”. –“Olvidé que tenía algo pendiente” – alcancé a decir. Pero con el rabito del ojo logré ver que ella me había visto y te juro por lo más sagrado que le ví una leve sonrisa en su boca, eso me hirvió más, pues no estaba dispuesta a darle el gusto. “Pero puedo posponerlo para más tarde, no quiero que pienses que no me siento bien hoy.”- le aclaré con un guiño de ojo y seguí con mi rutina entre motivada y furiosa y alcancé a terminarla sin siquiera sentirme fatigada.

Antes de llegar a los vestidores ví que ella salía deprisa, más agitada que si hubiera corrido el 10K del Teodoro Moscoso y me intrigó saber el por qué. En eso veo que sale Julián, un hombre joven que acostumbraba a entrenar allí con su esposa por las tardes igual de agitado y algo nervioso. Me sorprendió, ya que desde que se había casado cambió su rutina por las tardes para acompañar a su esposa. Y allí fue que mi mente comenzó a dar vueltas y vueltas. La “divina” parece que tenía de pasatiempo cazar a hombres casados y por coinciedencia adinerados y por su facha desde que la vi por primera vez supe que se había criado mantenida por el gobierno y de que no tenía idea de quién había sido Coco Chanel o Yves St.Laurent. En fin, tuve que salir inmediatamente del lugar porque no podía controlar mis impulsos, mi corazón se quería salir de mi pecho y mis puños buscaban donde descargar su furia.

A la mañana siguiente llegué preparada al gimnasio, tenía una pequeña cámara digital para capturar evidencia. A la verdad es que no tenía la más mínima idea de para que la utilizaría pero era tanto el odio que le tenía a la tipa esa que sólo quería vengarme y tener la satisfacción de verla a ella caer del pedestal donde se creía que estaba. Y así lo hice, discretamente tomé fotos de sus coqueteos casuales mientras ejercitaba y de sus escapadas con Julián al vestidor. Cuando regresé a mi casa me sentí extraña porque fuera de lo común no podía quitarme a la mujercita esa de mi cabeza y reflexioné sobre lo que había hecho y me dí cuenta de que era una tontería, que no valía la pena seguir con eso. Pero esa otra personalidad que en las caricaturas hacen ver como el diablito en tu hombro izquierdo me tentaba a incluso hacer algo más, algo que la hiciera sufrir a ella y que se diera cuenta y pagara por todo el mal que había hecho. En fin, seguí con mi instinto de detective y comencé a investigarla. Gracias a mi buena memoria recordé su nombre completo, Laura Oliveras Torres y gracias a la bendición del internet y del FaceBook la localicé. Hice una cuenta bajo un nombre falso y la contacté haciéndola creer que nos habíamos conocido en el gimnasio. La muy tonta tal vez para no ser irrespetuosa fingió recordarme y allí comenzamos una amistad virtual.

Llegué a fingir tener sus mismos gustos, los cuales para ser honesta me parecían muy vulgares y por así decirlo “cafres”. Pasábamos horas intercambiando mensajes y nuestras opiniones acerca de la moda y la farándula, y rápidamente noté que no tenía cable porque sólo hablaba de la farándula local, ¿acaso no sabía que existía un canal llamado E! donde daban los últimos detalles de Hollywood?. Obviando lo anterior, un día me dió por preguntarle como le iban las cosas en el amor. La desgraciada tuvo la osadía de contarme que novio como tal no tenía, que le gustaba jugar con uno que otro hombre para sacarle provecho a la situación económica y así poder pagarse lo que siempre desde niña soñó. No podía más que reírme e incluso me asusté un poco al oírme, esa risa ya no se parecía a mí en lo absoluto, tenía un hilo de maldad que hasta entonces no había conocido.

En fin, para hacer la historia corta te cuento que así continuamos un par de meses haciéndonos creer las amigas cibernéticas inseparables. Pero ya yo estaba lista para dar el siguiente paso, el encuentro. No sólo porque me sentia en la confianza de que si la invitaba a encontrarnos en algún lado aceptaría, sino porque había seguido aparte con mi investigación de con quienes estaba y sabía dónde vivían las esposas de sus presas, de hecho conocía a una que otra,pero en gran parte saqué la información sin mucho esfuerzo, gracias a sus propias confidencias. Tenía todo preparado, sólo me faltaba que ella aceptara para ultimar los detalles y formar el escándalo. Cuando te digo esto, quiero que lo tomes muy en serio, una mujer despechada es capaz de todo.

Y así surgieron las cosas, por fin la Laurita aceptó vernos en los cines de Plaza, escogí la tanda de la tarde para no parecer sospechoso, en fin de cuentas escogí el lugar público porque de otro modo no se hubiera dado, tal vez le pareció extraño pero no dio quejas y así quedó. Antes de salir me contacté con las esposas de los muy idiotas hombres de los cuales se aprovechaba haciéndoles saber que tenía información muy comprometedora de sus maridos y que si querían las pruebas de ello, tendrían que pagar un precio, como todo.

Le avisé a Laura que iría con mahón oscuro y blusa rosa con líneas blancas, de hecho jamás me pondría esa ropa tan poco fashionista así que una de las esposas aceptó hacer el papel que me tocaba, la había puesto al día sobre todas nuestras conversaciones para que contestara y siguiera la conversación sin dar sospechas. Y así sucedió, las dos se encontraron hablaron un rato y entraron al cine, yo fui detrás y procuré sentarme bastante cerca de ambas, asi alcancé a escuchar un poco de su conversación y darme cuenta de que todo iba viento en popa. Hasta que de momento surgió un cambio de tema, Laura le habló a mi amiga sobre uno de los tantos hombres a los que había timado, por su descripción supe inmediatamente que se trataba de Alex, mi ex esposo. Dijo lo arrepentida que se estaba de haberle destruído la vida porque el era el hombre al que realmente había amado y de que se había visualizado casada con él, porque sentía que ese sentimiento era recíproco.

No, de verdad que no podía más, no me podía controlar, no sentía que la que estuviera dentro de mi cuerpo fuera yo. Una rabia que nunca en mi vida había experimentado se apoderó totalmente de mí. Esa mujer me había humillado aunque nadie más lo hubiera escuchado. La alcancé y la abalancé al suelo,algo brillante y filoso salió de mi cartera...gritos....manchas rojas....

De ese momento al presente mis recuerdos son vagos, sólo sé que ya no me puedo comprar finas ropas y zapatos caros, que no puedo asistir a desfiles de moda ni a cenar con Donatella Versace nunca más. Este hotel no es cinco estrellas ni nada por el estilo, el servicio es pésimo, la comida ni hablar y los empleados sólo me dejan ver el sol una hora al día, no sé porque tratan de controlar cada uno de mis movimientos y porque me hacen entrar a mi habitación sin dejarme salir.Si doy quejas se ríen de mí, si pido servicio al cuarto me miran con cara de horror o como si tuviera alguna enfermedad.

¿Cómo llegué aquí? Eso mismo me pregunto yo. Sólo recuerdo que al entrar por la puerta de metal brillante me despojaron de mis pertenencias y me dieron una ropa crema, raída y unos tenis que alguna vez fueron blancos...

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